lunes, 4 de septiembre de 2017

ECDH-212: La Actualidad del Misterio 21-8-17

Hoy en el programa de la Actualidad del Misterio, trataremos los siguientes temas: Hallan vida a 70 años del bombardeo nuclear. El misterioso volcán que produjo la erupción más grande en siete siglos y que nadie puede encontrar. Cuando el Imperio Otomano consideraba América como una provincia suya, pero nunca consiguió llegar allí. Nuevo espaldarazo a la hipótesis del Planeta Nueve.



- Hallan vida a 70 años del bombardeo nuclear. 16/7/2017.
El atolón Bikini fue declarado territorio sin vida en 1950 tras el ensayo con bombas 7.000 veces más potentes que la de Hiroshima. Sin embargo, distintas especies prueban su capacidad de supervivencia.
Tras más de 70 años desde que el Ejército de EE.UU. inició ensayos nucleares en el anillo de islas conocido como atolón Bikini, donde se totalizaron 67 ensayos entre los años de 1946 y 1958, investigadores de la Universidad de Stanford, EE.UU., se sorprendieron al descubrir abundante vida marina aparentemente prosperando en cráteres radiactivos de la isla. Ese territorio fue declarado un desierto nuclear después de las pruebas de bombas 7.000 veces más potentes que la lanzada sobre Hiroshima, según informa la casa de altos estudios.
Los científicos están estudiando cómo la exposición a la reactividad por un largo periodo ha afectado a los corales que crecen sin desarrollar cáncer. "La terrible historia del atolón Bikini irónicamente podría ayudar a las personas a vivir más tiempo", afirmó Stephen Palumbi, profesor de ciencia marina de la Universidad de Stanford.
Palumbi sostiene que es importante entender cómo los corales recolonizaron los cráteres formados por los impactos nucleares, ya que se podría descubrir algo nuevo con el objetivo de "mantener el ADN intacto".
Los humanos y otros animales expuestos a radiación frecuentemente desarrollan mutaciones que pueden resultar en la aparición de cáncer. Sin embargo, "los corales del atolón Bikini parecen poseer una fuerte capacidad de resistencia a los altos niveles de radiación que se presentan en la zona", agregaron los investigadores.
Este equipo de científicos apunta a comprender cómo el ecosistema marino más amplio del atolón continúa prosperando en términos de biodiversidad ante su exposición a la radiación. Para responder a esta cuestión, los científicos decidieron investigar a una especie de cangrejo que se alimenta de cocos que contienen isotopos radiactivos para compararlo con muestras recolectadas antes de los bombardeos.
En ese sentido, Elona López, integrante del equipo de investigación, señala que "debemos aprender todo lo que podamos de este caso, incluso cosas que nunca habríamos pensado".

https://actualidad.rt.com/actualidad/244503-pacifico-bomba-nuclear-isla-vida-marina

- El misterioso volcán que produjo la erupción más grande en siete siglos y que nadie puede encontrar. 19/7/2017.
Ocurrió el 10 de octubre de 1465, día de la muy esperada boda del Rey Alfonso II de Nápoles.
El monarca desposaría a la sofisticada Ippolita María Sforza, miembro de la nobleza de Milán.
Justo cuando la novia hizo su entrada a la ciudad, la multitud quedó sin aliento. Era una imagen impactante.
Sin embargo, no era ella quien los había dejado boquiabiertos. Los asistentes tenían los ojos clavados en el cielo.
Aun cuando era mediodía, el sol tenía una tonalidad azul oscuro. La ciudad estaba sumergida en una escalofriante oscuridad.
En seguida comenzaron a circular rumores. ¿Se trataba de un eclipse?. ¿Ocurría algo con el clima?.
Lluvia y frío
En la región habían tenido un otoño lluvioso y algunos señalaron que habían visto una niebla húmeda levantarse hasta el cielo.
En los meses que siguieron, el clima en Europa se tornó más caótico.
En Alemania llovió tanto que los cadáveres comenzaron a flotar en la superficie de los cementerios.
En Thorn, un pueblo de Polonia, sus habitantes tuvieron que desplazarse en bote.
Cuatro años más tarde, Europa fue azotada por una suerte de era del hielo en miniatura.
Los peces se congelaron en los pozos. Los árboles no florecieron y la hierba no creció.
A miles de kilómetros de allí, en el trópico, un gigantesco volcán estaba haciendo historia geológica.
Una gigantesca erupción
Fue una erupción tan grande, que produjo una nube de cenizas que envolvió la Tierra, provocando una de las décadas más frías en muchos siglos.
La explosión volcánica pudo haberse escuchado en un radio de 2.000 km, creando un tsunami que devastó regiones a miles de kilómetros de distancia.
Comparando escalas, esta erupción superó a la del Tambora en 1815, que liberó una descarga de energía equivalente a 2,2 millones de bombas atómicas, y mató al menos a 70.000 personas.
Rastros de esa erupción fueron descubiertos desde Antártica hasta Groenlandia.
El problema con esta explosión es que los científicos no podían encontrar al volcán que la produjo.
Se busca
La gran erupción evaporó vastas cantidades de roca rica en sulfuro, que descendió eventualmente en los polos, en forma de ácido sulfúrico.
Este elemento quedó atrapado en el hielo, formando un registro natural de esta actividad geológica preservada en el tiempo.
No existe otro evento capaz de hacer algo así, salvo el impacto de un asteroide.
La evidencia era clara, pero los científicos no sabían nada más.
En la década de los 50, unos arqueólogos que visitaban Tongoa, una isla en el Pacífico Sur, escucharon historias sobre un antiguo desplazamiento de tierra, relacionado con una isla cercana llamada Epi.
Era conocida como isla Kuwae y en el centro había un volcán gigante.
Un día, después de una serie de fuertes terremotos, una erupción gigante partió la isla en dos.
Muchas personas lograron escapar en bote, pero la mayoría de los que quedaron murieron.
Al día de hoy, todo lo que queda del volcán es un cráter de casi un kilómetro de profundidad, oculto bajo el océano -la caldera Kuwae- y una gruesa capa de cenizas en Epi y Tongoa, generadas por una corriente de gas sobrecalentado y rocas disparadas sobre las islas a cientos de kilómetros por hora.
Los científicos no supieron sobre la erupción del siglo XV hasta la década de 1980, cuando descubrieron un pico de acidez en una muestra de hielo polar.
Las primeras estimaciones que se hicieron sobre la fecha de la erupción se basaron en referencias dadas por jefes de las tribus locales, que la situaron entre 1540 y 1654.
Pronto comenzaron a surgir otras evidencias.
Cambio climático
En 1983, el doctor Kevin Pang, científico del laboratorio de Jet a Propulsión de la NASA, evaluó la información disponible.
El efecto de las erupciones para atenuar los cambios de temperatura puede ser tan poderoso, que algunos han sugerido 'volcanes artificiales' como un medio para combatir el cambio climático.
Por ello, Pang pensó que, al buscar un período de enfriamiento global, podría descubrir exactamente cuándo estalló Kuwae.
Luego de consultar muchos registros, Pang concluyó que la erupción se produjo en 1453, mucho antes de la boda de Alfonso, pero justo cuando ocurrieron otros eventos que hicieron de este periodo un año particularmente letal.
En Suecia, las cosechas fracasaron y los almacenes de granos quedaron vacíos.
A lo largo de Europa, los árboles dejaron de crecer. En China, decenas de miles se congelaron hasta morir.
En el otro lado del mundo, los aztecas enfrentaban la hambruna más grande que se haya vivido en la prehistoria.
Pang estaba tan seguro de su investigación, que incluso sugirió la fecha exacta de la erupción: 22 de mayo, lo que también coincidió con una feroz batalla en la ciudad de Constantinopla, que habría quedado interrumpida por el evento.
El momento clave de la investigación se produjo cuando un equipo de geólogos franceses visitó la isla.
El tamaño importa
Teniendo en cuenta el tamaño del cráter, los franceses estimaron que la erupción de Kuwae liberó enormes cantidades de magma, suficientes para llenar el edificio Empire State 37 millones de veces, y disparó escombros hasta 48 kilómetros de altura.
Más que suficiente para provocar un impacto global en el clima.
Como un elemento crucial, el radiocarbono de los árboles que perecieron durante la erupción ayudó a fijar como fecha entre 1420 y 1430.
Aunque esto no coincide exactamente con los rastros encontrados en los núcleos de hielo, se consideró lo suficientemente cerca.
Los científicos comenzaron a referirse a la erupción del siglo XV como el "evento Kuwae".
Sin embargo, esta certeza fue desafiada en poco tiempo.
Casi una década después que el equipo francés estudiara la erupción, otro grupo de científicos regresó al cráter.
Liderado por Karoly Nemeth; un científico ambiental de la Universidad de Massey, en Nueva Zelanda, el equipo buscó señales de una erupción explosiva capaz de alterar el clima global, pero no encontró ninguna.
Las erupciones que son realmente gigantescas producen columnas de al menos 25 km de altura, por lo que pueden inyectar sulfuro directamente sobre la atmósfera y esparcir escombros sobre una amplia zona.
Sin embargo, las evidencias encontradas señalan que se trató de un volcán pequeño, de menos de 1.000 metros de altura.
Nemeth concluyó que, en vez de reventar en un estallido masivo, el volcán hizo varias erupciones.
La comunidad científica no le prestó atención.
Sorpresa ártica
Tiempo después, en 2012, un bloque de hielo trajo una sorpresa de Antártica.
Un equipo de científicos evaluó minuciosamente una muestra, para determinar con precisión toda actividad volcánica importante en los últimos 2.000 años.
Descubrieron que el pico registrado en el siglo XV no fue originado por una sola erupción, sino por dos.
Además, establecieron que la fecha de la primera fue en 1458, mucho después de la erupción en Kuwae.
Pero ¿cómo pudieron equivocarse tanto los otros científicos?.
Al parecer, todo tiene que ver con la forma en que fueron evaluadas las primeras muestras de hielo y con que no se pueden establecer fechas con precisión.
Para estimar cuándo ocurrió un evento -como la "erupción desconocida"- los registros congelados son comparados con información histórica, como la registrada durante el caos climático de 1453.
Al final, la única evidencia existente es circunstancial.
Cuando la evidencia de la "erupción desconocida" fue descubierta en los bloques de hielo, la gente esperaba encontrar el sitio, de modo que cuando la erupción fue confirmada en Kuwae, los que buscaban por una ubicación simplemente unieron los puntos.
No obstante, si la erupción no ocurrió en Kuwae, ¿dónde fue?.
Sin respuestas
Para que se registre un verdadero impacto global, lo más probable es que la erupción se haya dado en el trópico.
Esto se debe a que sobre esta zona el aire puede halar la nube volcánica más alto en la atmósfera y puede mantenerse ahí por muchos años.
De esta forma, los escombros pueden cubrir una zona más grande, dado que los vientos altos tienden a llevar el aire del ecuador hacia los polos.
"Si miras en el mapa, se trata de un área enorme, con cientos de volcanes", dice Nemeth. Otros han sugerido mirar a los arcos de islas, incluidas áreas remotas de Indonesia, Polinesia y Micronesia.
Tambora (responsable de una erupción similar) medía unos 4.300 metros de altura antes de la erupción, así que probablemente el o los volcanes responsables tendrían que haber sido grandes.
Por obvias razones, es probable que los culpables se hayan desvanecido bajo el agua.
El misterio de la erupción del siglo XV se mantiene.

http://www.bbc.com/mundo/vert-fut-40576511

- Cuando el Imperio Otomano consideraba América como una provincia suya, pero nunca consiguió llegar allí. 20/7/2017.
La toma de Constantinopla en el año 1453 convirtió al Imperio Otomano en la mayor potencia mundial, gracias en parte a su estratégica situación, controlando las rutas comerciales entre Oriente y Occidente, así como con el Índico.
El punto álgido de su poderío llegó durante los siglos XVI y XVII bajo el reinado de Solimán el Magnífico, cuando alcanzó su mayor expansión por los Balcanes, el norte de África y el mar Rojo. Aliados con Francia frente al enemigo común de los Habsburgo, habían ayudado a Francisco I a conquistar Niza en 1543 y Córcega en 1553.
Un mes antes de la toma de Niza, la artillería francesa había jugado un importante papel en la conquista otomana de Estrigonia, al norte de Hungría.
A la muerte de Solimán el imperio tenía más de dos millones de kilómetros cuadrados y se extendía por tres continentes, con una fuerza naval que controlaba prácticamente todo el Mediterráneo, llegando a ser comparado en su momento con el antiguo Imperio Romano.
No solo eso, los sultanes otomanos realmente consideraban su imperio como sucesor y heredero del Bizantino (al que entendían como imperio romano) y por eso hasta mediados del siglo XVII la cancillería de Constantinopla evitaba dirigirse a los gobernantes Habsburgo con su título de Emperadores del Sacro Imperio Romano Germánico. Así por ejemplo las cartas al emperador Carlos V iban dirigidas a Carlos, rey de la provincia de España, entendida como provincia del Imperio Otomano.
Pero uno de los hechos históricos determinantes de aquel período, y que a la postre marcaría la decadencia del imperio Otomano, fue su imposibilidad (que no incapacidad) por sumarse a la conquista de América. Aunque no fue porque no lo intentasen. Poseían la fuerza naval requerida y el tipo de barcos necesarios para los viajes de exploración. Desafiaban a los portugueses en el Océano Índico y a los españoles en el Mediterráneo.
Prepararon un mapa del Nuevo Mundo basado en otro de Colón, en el cual se podía ver claramente América marcada como su propia provincia administrativa, con el nombre Vilayet Antilia (valiato de las Antillas). Estaban decididos a perseguir a sus enemigos a través del Atlántico y obtener su parte en las nuevas tierras.
Pero había un problema, para ello primero tenían que alcanzar el océano.
A finales del siglo XV el objetivo del sultán Mehmed II era conquistar Roma igual que había tomado Constantinopla, restableciendo así el imperio de Justiniano. Al fallar esa estrategia sus sucesores tuvieron que buscar una ruta alternativa para alcanzar el Atlántico, y la encontraron en el norte de África. A comienzos del siglo XVI Selim I conquistó Siria y Egipto, y luego su hijo Solimán el Magnífico se apoderó de Libia, Tunicia y Argelia.
A punto estuvieron de alcanzar su objetivo, si no fuera porque entre ellos y las costas Atlánticas se interpuso un inesperado obstáculo, que los frenó en seco y nunca jamás les cedió el paso: Marruecos. A pesar de que Marruecos, o más bien su predecesor el sultanato saadita que se extendía de norte a sur en el centro del actual país, era en aquel momento un aliado de los otomanos en su lucha contra España, no veían con muy buenos ojos la idea de convertirse en una provincia más del imperio, y prefirieron mantener su independencia.
De ese modo bloquearon el acceso de la flota otomana al Océano Atlántico y los sueños de los sultanes de expandirse por el Nuevo Mundo.
De haberlo conseguido su enfrentamiento con españoles y portugueses por los nuevos territorios habría cambiado, probablemente, el curso de la historia.
Para finales del siglo XVI el cerco naval de los otomanos en el Mediterráneo era más que evidente. Un último intento les llevó a sellar una alianza con Inglaterra, igual a la que tenían con Francia, concediéndole privilegios comerciales especiales, y esperando obtener a cambio apoyo naval.
Al mismo tiempo comenzaban un gigantesco proyecto de ingeniería que debía unir los ríos Don y Volga a través de un canal que les diera acceso a Asia central y los dejara a las puertas de China y la India. El proyecto nunca se llegó a completar porque por el Este asomaba ya un nuevo poder, Rusia, que no cejó en sabotear los trabajos hasta que fueron finalmente abandonados. Curiosamente, siglos más tarde serían los propios rusos quienes, esta vez sí, lograron construir el canal.
Los últimos intentos fueron ya de carácter eminentemente militar y agresivo, la salida a través del Estrecho de Gibraltar, que se vio frustrada por su derrota en la Batalla de Lepanto (1571); y la salida por el norte de Alemania, tras intentar conquistar Europa central, fracasando en el sitio de Viena (1683) y perdiendo a continuación el Reino de Hungría a manos de Leopoldo I y los ejércitos de la Santa Liga.

http://www.labrujulaverde.com/2017/07/cuando-el-imperio-otomano-consideraba-america-como-una-provincia-suya-pero-nunca-consiguio-llegar-alli

- Nuevo espaldarazo a la hipótesis del Planeta Nueve. 11/7/2017. 
El año pasado se anunció la existencia de un planeta desconocido en nuestro sistema solar, pero después esta hipótesis se ha puesto en entredicho al detectarse sesgos en los datos observacionales. Ahora astrónomos españoles han utilizado una novedosa técnica para analizar las órbitas de los llamados objetos transneptunianos extremos, y vuelven a insistir en que algo los perturba: un planeta situado a entre 300 y 400 veces nuestra distancia al Sol.
Los científicos siguen debatiendo sobre si hay un noveno planeta, e incluso más, dentro de nuestro sistema solar. A comienzos de 2016 investigadores del Instituto de Tecnología de California (Caltech, en EE UU) afirmaron tener pruebas sobre la existencia de este objeto, situado a una distancia media de 700 UA o unidades astronómicas (700 veces nuestra distancia al Sol) y con una masa 10 veces la de Tierra. Sus cálculos se basaban en la extraña distribución de las órbitas de los objetos transneptunianos (TNO, por sus siglas en inglés) del cinturón de Kuiper, que aparentemente delataban la presencia de un Planeta Nueve o X en los confines del sistema solar.
Sin embargo, los científicos del proyecto canadiense OSSOS han detectado sesgos en sus propias observaciones de las órbitas de los TNO, dirigidas de forma sistemática hacia las mismas regiones del cielo, y consideran que a otros grupos –incluido al de Caltech– les podría estar pasando lo mismo. Según estos investigadores, no es necesario plantear que existe un perturbador masivo (un Planeta Nueve) para explicar las observaciones, ya que son compatibles con una distribución aleatoria.
Pero ahora dos astrónomos de la Universidad Complutense de Madrid han aplicado una novedosa técnica, menos expuesta a sesgos observacionales, para estudiar un tipo especial de objetos transneptunianos: los extremos (ETNO, situados a más de 150 UA y que nunca cruzan la órbita de Neptuno). Por primera vez han analizado las distancias a las que se encuentran sus nodos, y los resultados, publicados en la revista MNRAS: Letters, vuelven a señalar que hay un planeta más allá de Plutón.
Los nodos son los dos puntos en los que la órbita de un ETNO u otro cuerpo cruza el plano del sistema solar. Justo aquí es donde es máxima la probabilidad de encontrar o verse afectado por otros objetos, y experimentar así un cambio drástico en su órbita o incluso una colisión.
Como los cometas que interactúan con Júpiter
“Si no hay nada que los perturbe, los nodos de estos objetos transneptunianos deberían estar uniformemente espaciados, ya que no hay nada de lo que huir, pero si hay uno o más perturbadores se pueden producir dos situaciones”, explica a Sinc Carlos de la Fuente Marcos, uno de los autores. “Una posibilidad es que los ETNO sean estables, y en este caso tenderán a tener sus nodos alejados de la presencia de posibles perturbadores –añade–, pero si son inestables se comportarán como lo hacen, por ejemplo, los cometas que interactúan con Júpiter: tienden a tener uno de los nodos próximo a la órbita del hipotético perturbador”.
Mediante cálculos y minería de datos, los astrónomos españoles han comprobado que los nodos de los 28 ETNO analizados (así como los de 24 planetoides centauros con distancias medias al Sol superiores a 150 UA) se concentran en determinados rangos de distancias al Sol; y además han encontrado una correlación –cuando no debería existir ninguna– entre las posiciones de los nodos y la inclinación, uno de los parámetros que define la orientación de las órbitas de estos gélidos objetos en el espacio.
“Suponiendo que los ETNO son dinámicamente análogos a los cometas que interactúan con Júpiter, nosotros interpretamos estos resultados como indicativos de la presencia de un planeta que está interactuando activamente con ellos en un rango de distancias de entre 300 y 400 UA”, destaca De la Fuente Marcos, quien subraya: “Creemos que lo que detectamos aquí no puede atribuirse a la presencia de sesgos observacionales”.
Hasta ahora los estudios que ponían en duda la existencia del Planeta Nueve a partir de los datos de estos objetos transneptunianos argumentaban que había errores sistemáticos en las orientaciones de las órbitas (definidas por tres ángulos), debido a la forma en la que se han llevado a cabo las observaciones. Sin embargo, las distancias nodales dependen principalmente del tamaño y la forma de la órbita, unos parámetros que están relativamente libres de sesgos observacionales.
“Es la primera vez que se usan los nodos para intentar entender la dinámica de los ETNO”, apunta el coautor, quien reconoce que descubrir más ETNO (de momento solo se conocen 28) permitirá confirmar el escenario que plantean y acotar la órbita del desconocido planeta dentro de nuestro sistema solar mediante el análisis de la distribución de los nodos.
Los autores señalan que su estudio apoya la existencia de un objeto planetario dentro del rango de parámetros considerados tanto en la hipótesis del Planeta Nueve de Mike Brown y Konstantin Batygin de Caltech, como de la original propuesta en 2014 por Scott Sheppard de la Institución Carnegie y Chadwick Trujillo de la Universidad del Norte de Arizona; además de seguir la línea de sus propios trabajos anteriores (el último liderado desde el Instituto de Astrofísica de Canarias), donde plantean que hay planetas desconocidos en nuestro sistema solar.
¿También un Planeta Diez?
De la Fuente Marcos aclara que el hipotético Planeta Nueve que sugiere este estudio no tiene nada que ver con otro posible planeta o planetoide situado mucho más cerca de nosotros al que apuntan otras investigaciones recientes. Aplicando también minería de datos a las órbitas de los TNO del cinturón de Kuiper, las astrónomas Kathryn Volk y Renu Malhotra de la Universidad de Arizona (EE UU) han comprobado que el plano en el que giran estos objetos está ligeramente combado, una situación que se podría explicar si hay un perturbador del tamaño de Marte a unas 60 unidades astronómicas del Sol.
“Dada la definición actual de planeta, ese otro objeto misterioso podría no ser un auténtico planeta, incluso aunque tuviera un tamaño parecido al de la Tierra, ya que podría estar rodeado de  asteroides de gran tamaño o planetas enanos”, explica el astrónomo español, que adelanta: “En cualquier caso, estamos convencidos de que el trabajo de Volk y Malhotra ha encontrado evidencias sólidas de la presencia de un cuerpo masivo más allá del llamado acantilado de Kuiper –la zona más alejada del cinturón, a unas 50 unidades astronómicas–, y confiamos en poder presentar pronto un nuevo trabajo que también apoya su existencia”.

http://www.agenciasinc.es/Noticias/Nuevo-espaldarazo-a-la-hipotesis-del-Planeta-Nueve


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