martes, 11 de julio de 2017

ECDH-208: La Actualidad del Misterio 10-7-17

Hoy en el programa de la Actualidad del Misterio, trataremos los siguientes temas: El viaje al centro de la Tierra sería una pesadilla y lo sabemos gracias a Inge Lehmann. Una muñeca poseída que habla sin pilas provoca el pánico en Perú. Planetas prohibidos: la ciencia-ficción y la censura. Descubren en Etiopía la mítica «ciudad de los gigantes». "Catar pagó 1.000 millones de dólares a terroristas por la liberación de la familia real".


- El viaje al centro de la Tierra sería una pesadilla y lo sabemos gracias a Inge Lehmann. 13/5/2017.
Puede os suene de la Discontinuidad de Lehmann, como se conoce al límite entre el núcleo externo y el núcleo interno de la Tierra. Ése fue uno de los grandes descubrimientos de Inge Lehmann, sismóloga danesa gracias a la que hoy sabemos cómo es la Tierra por dentro. Fue la primera en asegurar que el núcleo de la tierra estaba compuesto en dos partes: la esfera interna sólida y el núcleo externo líquido.
Desmontando el 'Viaje al centro de la Tierra' de Julio Verne.
El 25 de noviembre de 1864, Julio Verne publicaba una de sus obras más conocidas: el 'Viaje al centro de la Tierra'. En ella, el escritor francés contaba cómo, siguiendo las instrucciones de un documento, una expedición se proponía llegar al centro de la Tierra. Entraron por el volcán Snæfellsjökull, en Islandia, y dentro de nuestro planeta se encontraron de todo: mares, bosques de hongos, criaturas prehistóricas y hasta relámpagos.
Julio Verne plasmaba así sobre papel el concepto de la Tierra Hueca, una hipótesis que algunos científicos de la época defendían. En Jot Down publicaban hace tiempo un artículo muy interesante repasando los orígenes y la evolución de esta teoría, que tiene varias interpretaciones. Algunos decían que existen dos aberturas en los polos y que la tierra estaba hueca por dentro. Otros, que dentro de la tierra existen otros submundos.
Sin embargo, Inge Lehmann desmontó ésta y otras hipótesis, como la de que el núcleo era simplemente una esfera única, en 1936 con la publicación de los descubrimientos de su investigación en una obra conocida como 'P'. A pesar de su corto título, la misma fue toda una revolución dentro del mundo de la sismología, ya que precisamente utilizaba el comportamiento de las ondas P para demostrar que la tierra no era hueca ni tampoco formada por un material compacto.
En 1929, un importante terremoto tuvo lugar en Nueva Zelanda. Lehmann lo estudió y se sorprendió al comprobar que, justo en el otro extremo de la Tierra y en una zona que debería ser "zona sombra", se llegaron a detectar ondas P producidas por ese mismo terremoto. En cambio, las ondas S, que no viajan a través de líquidos, no llegaron hasta allí. Como consecuencia de esto, la sismóloga concluyó que en la Tierra existe un núcleo interno sólido al que le rodea un núcleo externo líquido.
Una pionera que no lo tuvo fácil.
A pesar de ser una científica reconocida, Inge Lehmann reconocía que no lo había tenido nada fácil. Creció atendiendo a una escuela mixta, algo que no era demasiado habitual por aquella época. Cuando salió de la institución, se encontró de bruces con un mundo que le hacía de menos por ser mujer. "Era reconocido que no había diferencias intelectuales entre mujeres y hombres, un hecho que me trajo bastantes decepciones más tarde en la vida cuando tuve que comprobar que ésta no era la actitud general", decía Lehmann a una historiadora en 1980.
Durante años sucesivos, Inge Lehmann no desistió y siguió trabajando en su campo, aunque no era la persona más diplomática. De hecho, se le atribuye una cita bastante reveladora: "Deberías conocer a muchos hombres incompetentes con los que he tenido que competir... en vano". Fue elegida responsable del departamento sísmico del Danish Geodetic Institute, cargo que ostentó desde 1929 a 1953, y también presidenta de la European Seismological Federation en 1950. Fallecía el 21 de febrero de 1993, día en el que el mundo perdió a una de sus más importantes científicas.

https://www.xataka.com/investigacion/el-viaje-al-centro-de-la-tierra-seria-una-pesadilla-y-lo-sabemos-gracias-a-inge-lehmann

-"Catar pagó 1.000 millones de dólares a terroristas por la liberación de la familia real". 29/5/2017.
26 miembros de la familia real fueron secuestrados al sur de Irak.
El pasado mes de abril las autoridades de Catar pagaron 1.000 millones de dólares a terroristas para liberar a los miembros de la familia real, secuestrados en Irak, informa el periódico 'The Financial Times', citando fuentes cercanas a la situación.
Como resultado del cautiverio fueron rescatados 26 miembros de la familia real, secuestrados por los militantes durante una cetrería (cacería con aves rapaces) en el sur del país. Además, dichos fondos se utilizaron para la liberación de 50 personas más, capturadas por terroristas en Siria.
De acuerdo con el diario, el dinero fue recibido por grupos terroristas asociados con Al Qaeda en Siria, así como miembros de las fuerzas de seguridad de Irán.
Este lunes ocho países: Arabia Saudita, Baréin, Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Yemen, Libia, Maldivas y Mauricio, han roto las relaciones diplomáticas con Catar, acusándolo de apoyar al terrorismo. La decisión se produjo tras la declaración del emir de Catar, jeque Tamim bin Hamad Al Thani, de la importancia de mantener los lazos con Irán e Israel.

https://actualidad.rt.com/actualidad/240529-catar-pagar-millones-liberacion-familia-real

- Una muñeca poseída que habla sin pilas provoca el pánico en Perú. 16/6/2017.
El miedo a las muñecas se conoce como Pediofobia, que está muy estrechamente relacionado con el miedo a las marionetas, como era de esperar. Es seguro decir que la mayoría de nosotros no somos fans de las muñecas, y con películas como Annabelle y The Conjuring, los fans del horror tienen que soportar aterradoras muñecas. Hemos estado jugando con muñecas durante miles de años, y esa puede ser la razón del porque las muñecas embrujadas también han sido parte del folclore durante cientos de años.
Las historias y leyendas dicen que las muñecas con forma humana se pueden convertir en portales para espíritus indeseados. Pueden habitar en la muñeca de un antiguo propietario, e incluso en la muñeca preferida de un niño. Otra teoría es que algunas pueden ser maldecidas ya que se asocian con entidades demoníacas, la actividad poltergeist, o el vudú. Aunque los muñecos malditos son más raros, sí existen, y el ejemplo más famoso es el de “Robert”, que sirvió de inspiración para la película “Chucky”.
Sin embargo esta semana ha aparecido otro caso de muñecas poseídas. En un vídeo publicado en Internet muestra lo que parece una muñeca manteniendo una conversación en Cuzco, Perú. En un principio esto no es nada paranormal, a no ser porque la muñeca no tenía pilas.
La muñeca poseída de Cuzco.
En dos vídeos publicado en YouTube muestran a un grupo de jóvenes con una muñeca rubia que empieza a hablar y mover la cabeza en un parque de la ciudad de Cuzco, Perú. En uno de los momentos más aterradores se ve como uno de los jóvenes coge el juguete, y tiene una conversación con ella, a pesar de no tener todas pilas necesarias. Supuestamente agradece haber sido levantada después de mucho tiempo.
“Te voy a traer tu felicidad”, es una de las frases que más impresionó a los presentes.
La muñeca parece normal y ninguno de los testigos parece estar asustado u ofendido por lo que está diciendo. Hay un estado de ánimo evidente de sorpresa cuando abren el compartimiento de las pilas y este esta vacío mientras que la muñeca sigue hablando, abriendo y cerrando los ojos, y moviendo su cabeza.
Uno de los jóvenes es el que entabla una “conversación con la muñeca”, incluso parece tener algún tipo de conexión. En un momento los testigos afirman que la muñeca llega a cambiar de voz y responde con frases como “he dormido tanto”, “gracias por despertarme”, “¿por qué me he muerto?”, o “mi amigo me hace caso”.
Llega un momento que uno de los jóvenes comienza a ponerse tenso por el extraño comportamiento de la muñeca, por lo que decide cortar el vínculo.
“Ya mejor guárdala en la mochila”, dice uno de los jóvenes. “Esto se está poniendo muy tenso. Si hemos creado un vínculo contigo, te pedimos cortarlo.”
El vídeo se ha convertido en todo un fenómeno viral en Internet y ha provocado todo tipo de comentarios. Muchos se mostraron aterrados, sin embargo, los escépticos tenían otra opinión al respecto. No entienden como nadie buscó baterías ocultas, o como nadie tiró la muñeca a la basura y le prendió fuego. Por lo tanto, basándose en los vídeos, consideraron que la muñeca poseída era un truco o un engaño.
Pero la realidad es que Cusco es una antigua ciudad con una historia de misterio sobre fantasmas y demonios. La cultura Killke se remonta a más de 900 años, seguido de los incas, quienes fueron conquistados por los españoles y por sus enfermedades.
¿Podría ser que esta muñeca estuviese poseída por los fantasmas o demonios relacionados con los Killke, incas, o conquistadores españoles?. ¿Está realmente poseía?.

http://www.mundoesotericoparanormal.com/muneca-poseida-habla-sin-pilas-provoca-panico-peru/

- Planetas prohibidos: la ciencia-ficción y la censura. 13/6/2017. 
Los señores con tijera no respetan nada en este mundo... ni en otros.
Repasamos las prohibiciones y las persecuciones sufridas por el género fantástico, desde la Inquisición contra Cyrano de Bergerac al inevitable y vergonzante caso español de 'Nueva Dimensión'.
El 12 de enero de 1965, el tribunal supremo de Boston (Massachusetts, claro) se convirtió en escenario de un sonado juicio por obscenidad. La causa del litigio era “El almuerzo desnudo”, polémico libraco dado a la imprenta seis años antes, cuyo autor (un pijo desclasado, heroinómano y homosexual, cuando no pedófilo) atendía por William S. Burroughs. Durante el proceso, convocados por el abogado defensor William De Grazia, subieron al estrado Allen Ginsberg, Norman Mailer y otros sujetos cuyos nombres figuran en los manuales de literatura estadounidense. La misión de sus testimonios: demostrar que aquellas páginas llenas de sangre, sodomía y picotazos en la vena merecían público acceso, y que el veto promulgado por la justicia estadounidense en 1962 era un atentado contra la libertad de expresión.
La historia de “El almuerzo desnudo” tuvo un final feliz. Tan “feliz” como pudiera serlo un tejemaneje en el que anduviese implicado Burroughs, claro. Gracias a una sentencia favorable, el libro no sólo pudo publicarse sin restricciones (convirtiéndose, de paso, en lectura de cabecera para hippies y freaks de la época), sino que la jurisprudencia estadounidense sobre los materiales contrarios a la decencia pública sufrió un tremendo vuelco. Hasta aquí, todo bien: los carcas perdieron y los hipsters (los de la época, se entienden) ganaron, con lo que el público lector pudo solazarse con las cosas del doctor Benway, los chaqueteros y los asimilacionistas en la pesadillesca ciudad-cadáver de Interzona.
Pero aquello que la historia ‘oficial’ de la literatura no suele tener en cuenta es que “El almuerzo desnudo” no era sólo un libro. Ni tampoco uno de los libros más guarros que uno puede comprarse sin tener que ir a la trastienda de un sex shop y darle una contraseña al encargado. Se trata, también, de un volumen en el cual hay mutantes, artefactos diabólicos, drogas aún no sintetizadas por la ciencia y telépatas con planes de dominación mundial. En resumen: un libro de ciencia-ficción, aunque su leyenda (y la de su creador) hayan facilitado que pueda encontrarse en colecciones de literatura generalista. Este caso debe servirnos para recordar que ninguna variedad literaria está a salvo de los tijeretazos. Y, también, que ese género que tanto nos gusta ha sufrido esos mismos tijeretazos en demasiadas ocasiones. Veámoslas a continuación.
¿Selenitas? ¡A la hoguera!.
Las cosas de la ciencia-ficción, o al menos las del género fantástico, son tan antiguas como las de la narrativa en general. Y las cosas de la censura, por mucho que nos pese, también. Pero la falta de documentación sobre según qué vetustos períodos nos impide saber cómo se han relacionado desde antiguo. Sin ir más lejos, a nosotros nos encantaría saber si la Historia verdadera de Luciano de Samósata (un cachondo relato grecolatino sobre viajes interplanetarios) causó las iras del César o de algún otro capitoste del siglo II. Pero de eso no quedan huellas.
En cambio, sí tenemos constancia de que, algunas centurias más tarde, la Iglesia incluyó aquella obra tan libertina (donde, entre otras cosas, se afirma que en Luna no hay mujeres y los señores paren por la canilla) en su Index Librorum Prohibitorum. Hablamos de aquella lista (a la cual, seguramente, el anciano capellán de su colegio se seguiría refiriendo como “el Índice”) donde los santos padres apuntaban los libros que debían serles ocultados a los buenos católicos, a ser posible mediante su cremación en una hoguera. Y a la cual fue a parar, sin pasar por la salida, el siguiente escritor del que vamos a hablar aquí: cierto hidalgo francés de nombre Cyrano de Bergerac.
Una precisión: el Cyrano en el que pensamos todos, aquel cuya figura viene de la comedia de Edmond Rostand y la película de Jean-Paul Rappeneau, no tiene demasiado que ver con aquel que pululó por el París del siglo XVII. Si bien es cierto que vivió acomplejado por su fealdad (en especial, una narizota aquejada de acné crónico, amén de deformada por cicatrices fruto de sus numerosos duelos), y que fue célebre por su mala leche y su gran talento, el Cyrano histórico (1619-1655) fue un libertino de padre y muy señor mío, amén de enemigo acérrimo de los privilegios de la monarquía y, sobre todo, de los del clero.
Cuando un señor así se pone a escribir de viajes interplanetarios, el resultado no es un agradable paseo. Y, en este caso, no lo fue. Para empezar, “Los estados e imperios de la Luna” (1657) y “Los estados e imperios del Sol” (1622) resultan ejemplos de ciencia-ficción tan pioneros que dan hasta vértigo. Cyrano, que de ciencias naturales sabía lo suyo para la época, no sólo propone en ellos la propulsión a chorro como posible medio para abandonar la Tierra, sino que, además, afirma cosas tales como que los humanos no son los únicos seres vivos del sistema solar (llevándose así por delante todo el primer capítulo del Génesis). Y, para colmo, se muestra partidario del amor libre, del libre pensamiento y de la libertad para imaginar otras realidades, a la luz de las cuales estudiar mejor la nuestra. Si piensan que todo esto le convertía en un blanco perfecto para los otros guardianes del orden, aciertan de lleno. Seguro que ya se han fijado, pero las fechas de publicación de “Los estados e imperios de la Luna” y de su secuela son bastantes posteriores a la muerte del autor: Cyrano nunca se atrevió a publicar ambos libros, que sólo llegaron al público de manera póstuma.
Para terminar, señalemos que el fallecimiento del autor (descalabrado por una viga que le cayó en la cabeza: eso sí que sale en la película) pudo ser un asesinato, motivado por el deseo de callarle la boca. Por ello, Cyrano de Bergerac no sólo debería ser recordado como un pionero de la ciencia-ficción. También debería ser el santo patrono de los y las escritoras de género fantástico reprimidas y censuradas. Aunque, seguramente, a él no le haría ni maldita la gracia el título.
Nosotros contra Ellos
Al correr de los siglos, y sin salir de Occidente, las maniobras institucionales contra la literatura de imaginación no cesan. Pero, eso sí, suelen ir asociadas más a campañas contra la Ilustración, el libre pensamiento y otras lacras que a una tirria concreta al género. Así, un país católico (como España, sin ir más lejos) podría haber prohibido la publicación de “Micromegas” a partir de 1752, esto no se habría debido a que el libro en cuestión fuese uno de los primeros de la historia escritos desde el punto de vista de un alienígena. La razón habría sido que su autor era ese perro irreligioso llamado Voltaire, cuyas obras eran incompatibles con la salvación del alma.
Así pues, no hemos encontrado, o sabido encontrar, ejemplos de fantaciencia censurada hasta las primeras décadas del siglo XX: ni siquiera escritores de intención declaradamente subversiva como Jack London (con sus relatos –La huelga general– y novelas –El talón de hierro– clamando por una revolución comunista en EE UU) o el primer H. G. Wells tuvieron problemas con la justicia por escribir lo que escribían. Pero, claro, al llegar a 1917, la cosa cambia. Y cambia, entre otras cosas, porque nos damos en los morros con la mayor justificación para coartar el pensamiento ajeno: la fe. Una fe que, en los casos anteriores, había tenido por objeto a un ser supremo, pero que, en la recién nacida Unión Soviética, estaba destinada a conceptos tales como el materialismo histórico y, sobre todo, la autoridad del camarada secretario general.
De esta manera, sospechamos que, cuando el ruso Yevgueni Zamiatin le puso el punto final a su “Nosotros”, allá por 1920, pensó fue en cómo demonios podía librarse de ir a Siberia sin billete de vuelta en cuanto Stalin se diese por enterado. Por supuesto, el caso de Zamiatin, un ingeniero naval que había editado en Rusia las obras de Wells y London, y de su obra (la cual se ganó multitud de adeptos, desde Aldous Huxley –Un mundo feliz– y George Orwell –1984– a la incalificable Ayn Rand) pueden poner de uñas a los devotos de la hoz y el martillo: estos sólo tienen que señalar que “Nosotros” fue publicada en EE UU en 1924, tras el escamoteo fronterizo del manuscrito, para asegurarnos que el autor era un topo del Capital, y que su caso ha sido exagerado para fomentar la leyenda negra contra la URSS.
Pero que se guarden las uñas quienes correspondan, porque, al imaginar su Estado Único, Zamiatin no estaba dándole salida al rencor del reaccionario, sino a la decepción del creyente. El autor era un bolchevique de la vieja guardia, que había conocido las cárceles zaristas y cuyas simpatías con el Occidente capitalista (que también le era familiar, pues había ejercido su profesión en el Reino Unido) rayaban muy por lo bajo. Así pues, uno puede entender que, al observar la metamorfosis de la Revolución de Octubre, le diesen ganas de escribir distopías: una señora toma del Palacio de Invierno, una guerra civil que casi se lleva al país por delante, una paz de Brest-Litovsk, una Nueva Política Económica… y todo, a la postre, para ver cómo aquel georgiano bigotudo se enseñoreaba del Kremlin. A ustedes también se les habría caído el alma a los pies.
Expulsado de la Unión de Escritores Soviéticos, algo que equivalía de facto a la prohibición de publicar, Yevgueni Zamyatin acabó saliendo de la URSS por piernas: los buenos oficios de Alexei Tolstoi (el autor de Aelita, reina de Marte) le libraron del gulag y le permitieron emigrar a Francia, donde murió, olvidado y pobre, en 1937. Su triste historia presagia la de otros autores soviéticos, como los prodigiosos hermanos Strugatski, que pasaron sus carreras literarias en un perpetuo tira y afloja con el Partido, empeñado en calificar de inaceptables muchas de sus obras, especialmente aquellas (como las archifamosas Qué difícil es ser un dios y Stalker) concebidas para satirizar el statu quo posterior al estalinismo. De la misma manera que la Academia Soviética de Ciencias suprimió ramas del saber como la Genética y la Cibernética, considerándolas opuestas al materialismo dialéctico, sus contrapartidas literarias se empeñaron en proscribir según qué futuros posibles. Pero no se crean que al otro lado del Telón de Acero hubo (o hay) menos tela que cortar.
Huevos irritados y moteros nazis
A primera vista, los escritores de ciencia-ficción occidentales lo tenían bastante más fácil que sus colegas de la URSS. O que los de la República Popular China, donde el género fue prohibido entre 1983 y 1984, como parte de la llamada “Campaña contra la polución espiritual”. La falta de censura previa era una ventaja, y salvo casos como el de “El almuerzo desnudo”, se registran poquísimos casos de novelas o relatos llevados ante los tribunales. Es más: que sepamos (y, si nos estamos equivocando, agradeceremos datos), ningún autor o autora de libros de marcianos tuvo que declarar ante el Comité de Actividades Antiamericanas.
Pero no nos engañemos: esto no se debió a una mayor manga ancha por parte del poder, sino a la poca consideración académica de un género al cual, generalmente, se le negaba la entidad de literatura propiamente dicha. De este modo, aunque los censores se dedicasen habitualmente a descargar palos sobre Zamiatin, los Strugatski u otros grandes autores de su país, la ciencia-ficción fue siempre vista con buenos ojos por los mandamases de la sovietiskaya kultura, debido en parte a su utilidad para propagar la utopía socialista entre el gran público. Al oeste de la Puerta de Brandemburgo, sin embargo, las historias sobre otros planetas u otros futuros apenas eran vistas como carne para revistas pulp y editoriales de baratillo. Así pues, ¿para qué preocuparse por ellas?
Lo que sí está documentado, en cambio, es la práctica constante de la censura editorial por parte de esas mismas publicacionse y empresas. Fuentes de fácil acceso revelan cómo autores de la talla de Olaf Stapledon (Sirio), Theodore Sturgeon (El mundo bien perdido, uno de los primeros relatos del género en abordar la cuestión LGBT) y Philip José Farmer (Los amantes, archipolémica novelita sobre el romance entre un estudioso y una alienígena insectoide) bailaron en el alambre debido a un viejo sistema de extorsión: si la obra no le parece apta al empresario de turno, ésta no se publica; y, si no se publica, el autor no cobra. En algunos países, los mecanismos represores eran más estrictos. Pero, por lo general, un escritor europeo o estadounidense debía hacer frente a una industria siempre temerosa de irritar a los funcionarios de correos, a algún politicastro con ganas de salir en la prensa o, peor aún, a las grandes cadenas de librerías.
Una de esas cadenas, la británica W. H. Smith, tuvo ocasión de protagonizar uno de los casos más idiotas de censura contra la ciencia-ficción en 1969, cuando se negó a distribuir la novela Incordie a Jack Barron. La razón no estaba sólo en la guarrería contenida en algunos capítulos del libro (algo esperable, tratándose de un tocho del gran Norman Spinrad), ni en aquella viscosa portada con la firma del equipo Hipgnosis. Lo que puso de los nervios a los responsables de la empresa fue que el título original del volumen, Bug Jack Barron, podría ser traducido al español como Joda a Jack Barron o tal vez, más propiamente, como Tóquele los huevos a Jack Barron, puesto que el protagonista de la historia es el presentador de un futurista talk show al que el público llama para desahogar su mala uva.
También de Spinrad es “El sueño de hierro”, descojonante parodia ucrónica cuya premisa bien merece una explicación: según se nos advierte en el prólogo, el libro es una edición crítica de “El señor de la esvástica”, clásico de la ciencia-ficción pulp escrito en 1959 por un tal Adolf Hitler. En la realidad alternativa que propone la novela, el führer de la Gran Alemania emigró a EE UU, donde desahogó sus paranoias escribiendo para las revistas del ramo. Esta deriva temporal permite al autor criticar sin piedad el trasfondo autoritario de ciertos autores (Lovecraft y Frank Herbert, para empezar), y también hilar un fino ejercicio de cachondeo, con moteros arios, cachas y futuristas que exterminan judíos (uy, perdón: “controladores”) apaleándolos con sus lustrosas y turgentes cachiporras sagradas. Nada que uno no pueda hallar en su típico codex del Warhammer 40.000, vamos. Debido a todo esto, ”El sueño de hierro” cayó muy, muy mal en la República Federal Alemana, donde fue prohibida en 1982 por apología del nazismo. Sí, han leído bien.
En honor a Spinrad, hay que decir que él se tomó esta prohibición (revocada en 1990) con relativa paciencia: total, él había tenido que ver cómo su novela aparecía en la lista de lecturas recomendadas por el Partido Nazi Americano. Además, libros tan destrozones como los suyos podían zafarse, a fuerza salvaje, de otra forma de censura que, ocasionalmente, se gana un espacio en la prensa de EE UU debido a su manifiesta cazurrería.
Imagine que es usted un probo ciudadano de Nuevo México, Tennessee o Mississippi. Un buen día, usted descubre en manos de su hija (prepúber, en la edad del acné o incluso universitaria) un libro cuyos contenidos le ofenden grandemente por motivos políticos y religiosos. Interrogando a la chavala, usted descubre que ella ha obtenido dicha inmundicia en un lugar llamado “biblioteca pública”, donde otros materiales igual de perniciosos están a disposición del personal sin tener que pagar por ellos. Y no sólo eso: también es probable que su Peggy Sue tenga que leer esa carroña por orden de sus profesores. ¿Cómo hacer frente a semejante ofensiva de las culture wars?. Pues, aunque le asalten las ganas de seguir el ejemplo de sus ancestros y prenderle fuego al maldito lugar, los tiempos modernos le ofrecen una solución mucho más práctica y compatible con las leyes penales de su estado: exigir la retirada de ese libro de los fondos de la biblioteca y de los currículum escolares. Dados los antecedentes, es probable que lo consiga.
Vale: en el párrafo anterior hemos exagerado, por cosas del efecto dramático. Pero ojo, porque, sin salir de internet, uno puede observar cómo esto de desterrar volúmenes de los centros de enseñanza es una costumbre muy arraigada en EE UU. Y, según revelan las bases de datos de la American Library Association, la ci-fi se ha llevado muchos palos por parte de los guardianes de la moral. La saga “Los juegos del hambre” de Suzanne Collins, sin ir más lejos, ha sido denunciada por incitar al satanismo y por cuestionar el orden político y religioso actualmente existente, mientras que “Un mundo feliz” se llevó las del pulpo en los institutos de Missouri por “incitación a la promiscuidad”. Carrie (Stephen King), El cuento de la criada (Margaret Atwood), el serial La materia oscura (obra del ateazo Phillip Pullman), la Guía del autoestopista galáctico (Douglas Addams) y novelas de Ursula K. LeGuin como “Los desposeídos” y “La mano izquierda de la oscuridad” han padecido el mismo tratamiento.
De esta especialidad, cabe añadir, el recordman absoluto es Kurt Vonnegut: como eso de mezclar alienígenas transtemporales con nazis y un copioso rojerío no cae bien en según qué lugares, la novela Matadero cinco (1969) tiene la dudosa distinción de haber sido prohibida en cinco estados y denunciada en siete. De hecho, allá por 1973, 32 ejemplares del libro fueron quemados por orden del director (apellidado McCarthy) de un instituto de Drake, Dakota del Norte, junto a obras de Faulkner, Steinbeck y otros autores. El profesor que recomendó la lectura de la novela, un joven llamado Bruce Severy, fue despedido del centro. Al enterarse del suceso, Vonnegut replicó con una formidable carta. Pero saber que el rival más directo de Matadero cinco en la lista de libros más perseguidos por los bienpensantes es Fahrenheit 451 (esa bonita novela de Ray Bradbury que va de quemar libros), uno se queda sin habla. Como diría el otro, “so it goes”.
Epílogo ibérico
Por supuesto, en este rosario de vergüenzas, España tenía que salir. Aunque, la verdad, va a salir menos de lo que esperábamos: con un único caso, ocurrido además en el ya lejano año de 1970, cuando el Caudillo estaba ya con un pie en la tumba y a Luis Carrero Blanco le quedaban tres años antes del atentado. El asunto, eso sí, tiene su miga, porque en él coincidieron temas tan espinosos como los nacionalismos periféricos, la ley de prensa de 1962 (conocida como Ley Fraga) y, sobre todo, la habitual cerrilidad por parte de los censores. Su epicentro fue un cuento muy breve, y muy divertido, titulado -Gu ta gutarrak- (“Nosotros y los nuestros”, en euskera), firmado por la escritora vasco-argentina Magdalena Moujan Otaño.
Como se puede leer en el enlace, -Gu ta gutarrak- es una auténtica delicia, sobre todo si uno está más o menos al tanto de los temas que lo inspiraron: mediante una premisa que conjuga la emigración vasca a América y las bombas de Palomares, Moujan Otaño hilvana una descacharrante parodia del nacionalismo peneuvista y sabiniano, obsesionado con Dios, los fueros y el RH negativo. Por poner un ejemplo, cuando la mujer del narrador del cuento (a la cual, por cosas de la radiactividad, le han nacido hijos mutantes y superdotados) se plantea si mandar a su prole a estudiar a EE UU o a Rusia, opta por enviar a los chavales al país comunista porque “allí, al menos, mujeres ligeras de ropa no verán”. Y, así, todo el rato. La historia acaba resultando en un viaje temporal (a bordo de una máquina bautizada “Pimpilimpausa”, “mariposa”) en busca de los orígenes raciales de la raza euskérica, y las consecuencias de ese desmadre son muy similares a las apuntadas por Michael Moorcock en su “He aquí al hombre”, pero mucho más divertidas.
Saber que Moujan Otaño vivió buena parte de sus días bajo la amenaza de la dictadura argentina, da rabia. Pero saber que -Gu ta gutarrak- provocó el secuestro del número 14 de Nueva Dimensión (una de las revistas de ciencia-ficción más importantes de la historia de España, si no la más importante) “por atentar contra la unidad de España”, provoca, directamente, un odio africano contra este maldito país y sus sátrapas. En este artículo, el editor Domingo Santos relata con detalle el suceso y sus pormenores, pero dejémoslo en esto: bajo la ‘Ley Fraga’, la censura previa del primer franquismo se había sustituido por una coacción más refinada, en forma del secuestro judicial que podía afectar a las publicaciones (impidiendo su llegada al público, con las subsiguientes pérdidas económicas) si las autoridades encontraban en ellas cualquier cosa que juzgaran inapropiado.
De esta manera, por obra y gracia de un fiscal de Barcelona, el número de Nueva Dimensión que contenía -Gu ta gutarrak- fue secuestrado. Los responsables de la revista salvaron la papeleta in extremis reemplazando el cuento de Moujan por un cómic de Johnny Hart. Y si bien Domingo Santos y sus compañeros se libraron de ir a juicio, el relato no vio la luz en España hasta 1977, cuando Franco ya estaba enterrado. ¿La moraleja?. Pues se puede encontrar en el lema que la propia Magdalena Moujan escogió para encabezar su cuento: “Aldiaren zentzunaz euskotarra naiz”. O, en castellano, “vasco soy, y con sentido del humor”. Porque el mejor antídoto contra la censura, en este caso y en todos los demás, es pillar el chiste. Sea este a costa de los marcianos, de los venusinos o de esa raza humana que, siglo tras siglo, se gana los méritos para ser objeto de burlas.

http://www.caninomag.es/planetas-prohibidos-la-ciencia-ficcion-y-la-censura/

- Descubren en Etiopía la mítica «ciudad de los gigantes». 21/6/2017.
Un grupo de arqueólogos ha descubierto en el este del país una antigua ciudad comercial, que según las leyendas locales fue habitada por gigantes.
Un equipo de arqueólogos británicos encabezados por Timothy Insoll, profesor de la Universidad de Éxeter (Reino Unido) ha descubierto en el este de Etiopía una antigua «ciudad de gigantes» ubicada en Haarla, a 120 km del mar Rojo y 300 km de la capital del país Adís Abeba. Durante las excavaciones, se encontró una mezquita del siglo XII cuyo estilo de construcción es similar a las de Tanzania y Somalia. Su arquitectura demuestra la existencia de fuertes contactos entre las distintas comunidades islámicas de África. Los arqueólogos también hallaron numerosos objetos y joyería con orígenes tan dispares como Egipto, India, Madagascar, Yemen, Maldivas o China.
Estos hallazgos apuntan a que Etiopía estaba más conectada con el mundo que lo que se había pensado hasta ahora. Se cree que la ciudad fue un importante centro de comercio en la región durante el periodo comprendido entre los siglos X y XV y tenía vínculos comerciales con el golfo Pérsico, Egipto y la India. Además, los arqueólogos están analizando los restos de alrededor de 300 personas encontradas en enterramientos de esta mítica «ciudad de los gigantes» para tratar de determinar con qué se alimentaban.
Los locales creían que en esa zona habían vivido gigantes porque los edificios y muros del asentamiento estaban construidos con bloques de piedra tan grandes que pensaban que no podían haber sido levantados por personas normales. Sin embargo, los científicos no encontraron evidencia alguna de la existencia de seres de desproporcionada estatura en el lugar. Insoll cree que la población que vivía en la localidad era un comunidad mixta de extranjeros y locales que se dedicaban al comercio y a la producción de joyas.

http://mysteryplanet.com.ar/site/descubren-en-etiopia-la-mitica-ciudad-de-los-gigantes/


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